En memoria de la Sra. Rivka (Alicia) Feinberg de Silberberg, A”H

Este Shabat es el tercero de la serie de tres Shabatot que coinciden en el período conocido como las tres semanas de “Entre los Estrecheces”. Son las tres semanas de duelo que comienzan con el ayuno del 17 de Tamuz que conmemora, entre otras cosas, la brecha de la muralla de Jerusalén, y el ayuno del 9 de Av que conmemora la destrucción de los dos Batei Mikdash o Templos de Jerusalem, el primero por medio de los Babilónicos en el año 423 a.e.c. y el segundo por medio de los Romanos en el año 69 e.c..

 

Son tres semanas de semi duelo y reflexión en las cuales pensamos sobre las causas espirituales que llevaron a la destrucción de los Templos y sobre qué debemos hacer para merecer su reconstrucción. El Beit Hamikdash es el epicentro de la conexión manifiesta entre el Creador y la Creación. De ahí irradia una luz espiritual y armonía a todo el mundo.  

 

Este Shabat se llama el Shabat de la Visión ya que luego de la lectura pública de la Torá en la sinagoga se lee la Haftará que comienza con las palabras “Visión de Isaías”1 en la cual habla de las admoniciones Divinas referentes a la conducta indebida del pueblo judío. Fue dicha conducta indebida la que llevó a la destrucción del primer Templo. 

 

Siempre se entendió que el mensaje de este Shabat era sombrío. El jasidismo, como suele hacer, introdujo una perspectiva positiva. 

 

Según el maestro jasídico Rabí Levi Itzjak de Berdichev2, el Shabat de la Visión contiene también la idea de que en este Shabat se le muestra a cada uno de nosotros una visión del futuro Beit Hamikdash que será construido por medio del Mashíaj.

 

¿Qué quiere decir esto? Quizás se puede explicar de la siguiente manera.

 

¿Llorar o Reír?

 

El Talmud3 cuenta que un día Rabí Akiva y sus colegas ascendieron a Jerusalem. Cuando llegaron al Monte Scopus (desde donde se puede ver el sitio del Templo en ruinas) rasgaron sus ropas. Cuando llegaron al Monte del Templo vieron unos zorros saliendo del lugar más sagrado del Templo. Los colegas de Rabí Akiva empezaron a llorar y Rabí Akiva empezó a reír.

 

“¿Por qué estás riendo?” le preguntaron a Rabí Akiva.

 

“Y Uds., ¿por qué están llorando?” respondió.

 

Contestaron: “Vemos como el lugar [tan sagrado] referente al cual la Torá dice que ‘el extranjero que se acerque morirá’4 se haya transformado en una guarida de zorros… ¿Y no lloraremos?”

 

“Es justamente por esa razón que estoy riendo,” respondió Rabí Akiva. “Está escrito, ‘Designo dos testigos fieles para mí - Uriá el sacerdote y Zejaria hijo de Ieverajia’5. ¿Qué tienen que ver Uriá con Zejaria? Uriá vivió en la época del Primer Templo mientras que Zejaria vivió en la época del Segundo Templo! La respuesta es que este versículo nos enseña que la profecía de Zejaria depende de la profecía de Uriá. En cuanto a Uriá está escrito: ‘Por lo tanto, a tu causa, Tzión se arará tal un campo6’; en cuanto a Zejaria está escrito ‘Ancianos y ancianas se sentarán todavía en las calles de Jerusalem.7

 

“Hasta que no se cumpliera la profecía de Uriá, temía que no se cumpla la profecía de Zejaria. Pero ahora que veo que se cumplió la profecía de Uriá, tengo certeza que la profecía de Zejaria se cumplirá.”

 

“Akiva, ¡nos consolaste! Akiva, ¡nos consolaste!” respondieron.

 

Rabí Akiva pudo percibir la implicancia positiva dentro de la realidad aparentemente negativa. El Templo en ruinas era nada más que una etapa provisoria necesaria para poder lograr un futuro mejor.

 

En el Shabat previo al día que conmemora la destrucción de los dos Templos, podemos concentrarnos en la destrucción o podemos concentrarnos en su propósito y resultado último, o sea la reconstrucción del Tercer Templo.

 

Las Causas

 

Los Templos fueron destruidos por distintos motivos. El primer Templo fue destruido porque los judíos de aquel entonces violaban los tres pecados más graves de Idolatría, Adulterio y Derramamiento de Sangre. El exilio a causa de esa destrucción duró unos setenta años al final de los cuales volvieron a Israel y se construyó el segundo Templo.

 

El Segundo Templo existió durante cuatrocientos veinte años y, según enseñaron nuestros sabios, fue destruido a causa del odio gratuito que reinaba dentro del pueblo judío. El exilio sigue hasta el día de hoy y seguirá hasta que se construya el Tercer Templo por medio del Mashíaj.

 

¿Cómo se hace para lograrlo?

 

Al anular la causa del exilio, automáticamente se anula la consecuencia. Siendo que la causa del exilio es el odio gratuito, la manera de anularlo es por medio del amor gratuito.

 

¿Qué es el odio “gratuito”? Es el odio hacia el prójimo provocado por su mera existencia. El antídoto es el amor gratuito, amar al prójimo simplemente por el hecho que existe.

 

El día que lleguemos a ese nivel de relacionamiento con el prójimo lograremos vencer la causa y esencia del exilio y como consecuencia también a su resultado.

 

Esa es la idea de “ver” el tercer Templo en el Shabat previo a Tishá Beav. Mirándole el abismo “en la cara”, podemos percibir cuán efímero es en realidad. Podemos vislumbrar que su disolución está a nuestro alcance.

 

La Actualidad

 

Estamos viviendo hoy una realidad muy preocupante por lo que sucede en nuestra querida tierra de Israel, como también en comunidades fuera de ella.

 

Todos pensamos, ¿Qué podemos hacer al respecto?

 

Cada uno debe hacer lo que le corresponde. Los gobernantes deben gobernar, los soldados deben proteger, los periodistas deben informar, todos debemos aportar nuestro apoyo en lo que esté a nuestro alcance. Hay una cosa en la cual todos somos iguales: Todos podemos fortificarnos espiritualmente.

 

Armas y política son nada más que herramientas; necesarias, por cierto, pero herramientas en fin. El verdadero secreto de nuestra supervivencia a lo largo de la historia ha sido y sigue siendo nuestra fortaleza espiritual. Cuanto más unidos y espiritualmente fuertes seamos, tanto más fuertes seremos también en los campos de batalla terrenales.

 

Que veamos pronto una gran victoria para Israel y que reine la paz.

 

1 Isaías, 1:1  

2 1740–1809

3 Makot, 24b

4 Número, 1:51

5 Isaías, 8:2

6 Mija, 3:12

7 Zejaria, 8:4