David estaba caminando de una punta a la otra, ida y vuelta, metido en sus pensamientos. Su amigo, Daniel, quien lo estaba observando durante un largo rato finalmente le dice: “Entiendo porque fuiste de aquí para allá; porque pensaste que allá está mejor que acá. Entiendo porque volviste; porque te diste cuenta que allá no está mejor que acá. Lo que no entiendo es ¿porqué volviste de vuelta para allá?”
Hay dos razones por las cuales uno puede decidir ir de un lugar a otro: 1) para acercarse al lugar al cual va; 2) para alejarse del lugar en el cual se encuentra.
En la lectura Bíblica de esta semana1, Lej Lejá, encontramos la primera orden que D-os le dio a Avraham: Lej Lejá Meártzeja Umimoládetejá umibeit avija el haaretz asher areka. ”Andate de tu tierra, de tu lugar de nacimiento y de la casa de tus padres hacia la tierra que yo te indicaré.2”
A primera vista parecería que la estructura del versículo es ilógica. ¿Por qué tiene que especificar que salga de su país, tierra natal y casa paterna; una vez que sale del país, implica, automáticamente, haber salido de su tierra natal y de su casa paterna? Imagínate tres círculos concéntricos: Si uno se encuentra en el círculo central y le dicen que salga del círculo más grande, automáticamente quedaría fuera de los dos círculos interiores más chicos…
Explican los Maestros jasídicos que aquí yace un mensaje más allá de la orden específica que D-os le dio a Avraham para que se vaya de su lugar hacia la tierra que le iba a indicar. Se trata nada más y nada menos que de la “receta” para llegar a uno mismo.
Veamos.
Para empezar, la orden Lej Lejá, “andate”, pudo haber sido expresada en una sola palabra, “Lej”, que quiere decir “anda”. Al agregar la palabra “Lejá”, implica nos solo “andate”, sino también anda “hacia ti [mismo]”. O sea, se trata aquí del objetivo de llegar y conectarse uno consigo mismo, con su propia esencia.
¿Cómo hace uno para liberarse de aquello que es producto de las circunstancias sociales y educativas para descubrir su propio “libreto”, que está en consonancia con quién es verdaderamente?
La respuesta es: “andate de tu tierra, de tu lugar de nacimiento y de la la casa de tus padres. “ Si quieres lograr tu libertad personal, tienes que liberarte primero de tres cosas que te limitarán, englobadas en las palabras hebreas de “Artzejá” (tu tierra), “Mimoládetejá” (de tu lugar de nacimiento) “Umibeit Avija” (de la casa de tus padres).
La palabra “Eretz”, tierra, está relacionada, etimológicamente, con la palabra “ratzón”, deseo. “Moladetejá”, tu lugar de nacimiento, representa los hábitos que uno tiene arraigado desde chico. “Beit Avija”, casa de tus padres, se refiere al intelecto, ya que según los kabalistas, las dos facultades Jojmá y Biná, Creatividad y Análisis, están denominados “padre” y “madre”, respectivamente, ya que son los dos poderes intelectuales que engendran a los “hijos” o sea, las emociones. Es según cómo uno entiende algo que reacciona emocionalmente.
La idea aquí es algo muy diferente a lo que se pregona generalmente en el mundo occidental de hoy. En lugar de buscar la libertad personal en lo que uno quiere, entiende y lo hace sentir cómodo, nos enseña este versículo que la manera de lograr la libertad personal es por medio de liberarse, primero, de uno mismo.
Uno que se rige únicamente por sus deseos, ideas y hábitos personales en vez de lograr la libertad personal se mete en una jaula que lo limita. La manera de abrir la puerta a la jaula es por medio de una llave que abre la puerta desde afuera. O sea, uno debe estar dispuesto a confiar en otro para poder llegar más allá de donde podría solo. Cualquier “otro” humano también tendrá sus limitaciones. Cuando el “otro” es D-os mismo, quien tiene la Llave Maestra para todas las cerraduras, no hay límite hasta dónde uno puede llegar.
Esto ha sido el leitmotif del pueblo judío a lo largo de su historia milenaria: nunca descansarse en los laureles de lo logrado; siempre aspirar a más. No porque tenemos un ego insaciable, sino por una humildad que viene al ponernos, nuestros deseos, ideas y hábitos al servicio de la misión de vida por la cual hemos sido creados.
Avraham el “Hebreo”
El término “hebreo” viene de la palabra hebrea de “Ivrí”. El primero en llamarse Ivrí es nuestro patriarca, Avraham. Fue denominado así porque “MeEver” quiere decir “del otro lado”. Avraham, quien provenía de Ur Kasdim (Irak), llegó a la Tierra de Canaan “desde el otro lado” del Eufrates.
Nuestros sabios señalan que hay otro motivo por el cuál Avraham se llamaba “Ivrí”: Todo el mundo estaba del lado del paganismo y la idolatría y Avraham estaba, solo, del lado de la fe en un único D-os.
Esa es una de las características que nos dejó como herencia a cada uno de nosotros: la capacidad de vivir y luchar por nuestras convicciones, aun contra grandes adversidades y presión social.
Ascensos y Descensos
El nombre de la lectura de esta semana, Lej Lejá, implica progreso y avance; un avance inexorable hacia una meta final.
¿Cómo es, entonces, que en la lectura misma encontramos una cantidad de episodios que implican todo lo contrario de “progreso”. Hay hambruna en la tierra de Canaan, cosa que le obliga a Avraham a bajar a Egipto en busca de alimento. Secuestran a su esposa, Sarai, en dos oportunidades diferentes, etc.
He aquí el concepto de Ieridá letzórej Aliá, o sea, un descenso para lograr un ascenso. Todo lo que pasa en el mundo es para bien. Los acontecimientos que parecen ser retroceso o descensos, son, en realidad, parte del proceso que lleva al progreso, tanto individual como nacional y cósmico, aunque no sea aparente en el momento.
Un ejemplo interesante para ilustrar este concepto:
La Torá nos prohíbe construir en Shabat. No nos prohíbe destruir (la prohibición de destruir es de origen rabínico). Ahora bien, ¿qué pasa en el caso de demoler una pared con el objetivo de construir otra, mejor, en su lugar, está considerado una destrucción o una construcción?
La respuesta es que por más que sea un acto de destrucción, está considerada como una construcción, dado que el propósito del acto es la construcción.
Sí, hubo episodios en la vida de Avraham y Sará que parecían ser caídas y retrocesos, aún así están incluidos en la lectura de Lej Lejá (progreso), porque, a fin de cuentas, aunque no fuera evidente en el momento, formaban parte de un proceso de construcción.
¿Cómo aplicarías esta idea en tu vida personal?
1. Génesis, 12:1 – 17:3
2. ibid, 12:1