Un Judaísmo “Nervioso”
En la lectura bíblica de esta semana1, Vaishlaj, leemos sobre el encuentro de los hermanos Jacob y Esaú luego de 36 años de no haberse visto. Jacob iba al encuentro buscando aplacar la ira de su hermano mientras que Esaú vino a recibirlo con 400 hombres de guerra. Al final, en vez de atacar a Jacob, lo abrazó y lo besó.
La Pelea con el Ángel de Esaú
La noche previa al encuentro, Jacob cruzó el río Iabok con toda su familia, ganado y bienes. Volvió a buscar unos pequeños jarrones y un hombre (que era, en realidad, el ángel protector de Esaú) lo atacó y se pelearon hasta que subió el alba. Cuando quiso irse, Jacob no lo dejó hasta que no lo bendijera. Le bendijo con que en lugar de llamarlo Jacob, que implica que obtuvo las bendiciones de su padre por medio del engaño, se iba a llamar Israel que implica que peleó con ángeles y con hombres y los venció.
Resulta que durante la pelea el ángel le había tocado la articulación de la cadera, descolocándola, cosa que lo dejó rengo a Jacob.
Como consecuencia de este episodio no comemos el nervio ciático hasta el día de hoy2.
En la práctica, no comemos el nervio ciático y como consecuencia de ello no comemos la parte trasera del animal ya que es muy difícil sacar el nervio ciático que es un nervio muy largo y muy ramificado. Hay ciertas comunidades que mantienen una tradición en cuanto a la eliminación del nervio ciático, y, luego de sacarlo, se permite comer la carne de parte trasera del animal. Es una tarea muy engorrosa y costosa y generalmente se vende toda la parte trasera para el mercado no Kosher.
¿Cuál es la razón de este precepto?
El Séfer HaJinuj3 (un libro publicado en el siglo XIII que trae motivos por cada uno de los 613 preceptos) lo explica de la siguiente manera:
“De las raíces de este precepto es para que sea una señal para el pueblo judío que a pesar de sufrir muchas tribulaciones en los diversos exilios a manos de los pueblos y los descendientes de Esaú, tengan la seguridad de que no se van a destruir sino que perdurarán por siempre y vendrá un redentor y los redimirá de las manos del opresor.
“Al recordar siempre este tema por medio del cumplimiento de este precepto que servirá de recordatorio, perdurarán en su fe y comportamiento justo eternamente.
“El vínculo entre los hechos se debe al hecho que aquel ángel que peleó con nuestro patriarca Jacob, que sabemos por nuestra tradición que fue el ángel guardián de Esaú, quiso eliminar a Jacob y sus descendientes del mundo y no pudo, y lo hizo sufrir al tocarle la articulación de la cadera. De la misma manera, los descendientes de Esaú hacen sufrir a los descendientes de Jacob, y al final se redimirán de ellos como encontramos con el padre (Jacob) que el sol le amaneció para curarlo y se salvó del dolor. Así amanecerá el sol del Mashíaj para nosotros y nos curará de nuestro sufrimiento y nos redimirá rápidamente en nuestros días, Amén.”
Las enseñanzas jasídicas explican que el mensaje de este precepto es el tema de la Providencia Divina que nos acompaña en todos los detalles de la vida. Es por eso que se conmemora este hecho histórico con algo muy específico como no comer el nervio ciático, en vez de algo más general.
Jacob e Israel
¿Cuál es la enseñanza para nosotros del cambio de nombre de Jacob?
En el caso del cambio de nombre de Avraham y Sara (en lugar de Avram y Sarai), los nombres nuevos desplazaron totalmente a los nombres originales y nunca más aparecen en la Torá con los nombres originales. En el caso de Jacob encontramos que retuvo el nombre original y es llamado también Jacob aún después del cambio de nombre a Israel.
¿A qué se debe?
Una de las explicaciones es la siguiente:
Tanto lo representado por el nombre Jacob como lo representado por el nombre Israel siguen teniendo lugar en la vida del pueblo judío en general y de la vida de cada judío en particular.
Jacob implica “engaño” como también “talón”. Israel implica dominio, tanto sobre lo material (hombres) como también sobre lo espiritual (ángeles).
La idea que esto engloba es muy interesante. En cuanto a lo espiritual somos “Israel”; en cuanto a lo material somos “Jacob”. O sea, nuestro vínculo con lo material es uno de “engaño”. Nos “disfrazamos” de materialistas, cuando en realidad el objetivo es espiritual, elevar al mundo material a un nivel superior espiritual. Comemos, sí, pero para tener la fuerza de servir a D-os y de esa manera elevar el mundo mineral, vegetal y animal que nos sostiene. En cuestiones espirituales, en cambio, el vínculo es transparente: estudiamos Torá para lograr la conexión espiritual que proporciona y no para tener un beneficio en otro plano.
También: “Israel” representa aquel que está consustanciado y orgulloso de su condición de judío; “Jacob” representa aquel que le da vergüenza y se “agarra del talón” de su hermano, Esaú.
La Edad de Bar Mitzvá
Luego del encuentro con Esaú, Jacob se asentó con su familia en la ciudad de Shjem. Ahí sufrió la violación de su hija, Dina, por medio del príncipe del lugar, Shjem ben Jamor. Los dos hijos de Jacob, Shimón y Levi, matan a espada a todos los hombres de la ciudad por su complicidad. Su padre, Jacob, los rezonga.
De acuerdo a la cuenta que podemos sacar a partir de los versículos, tanto Shimón como Levi tenían en ese momento trece años. La Torá se refiere a los dos como hombres: “agarró cada hombre su espada”. De ahí aprendemos que uno, al llegar a la edad de trece se considera hombre y es responsable por sus acciones.
¿Por qué la Torá nos enseña este dato por medio de un episodio tan sangriento?
El Rebe lo explica de la siguiente manera:
Si bien Jacob criticó a sus hijos por cómo hicieron lo que hicieron, sin hacerle caso, lo que nos sirven de ejemplo positivo es el atributo de no quedarse indiferente ante las injusticias. Si bien lo que hicieron fue criticable, el hecho de reaccionar y querer hacer algo al respecto es lo que define al hombre judío: sensibilidad para con el prójimo y la lucha por la justicia.
1. Génesis 32:4 - 36:43
2. ibid 32:33
3. Mitzvá 3