Una Casa Divina
La parcela de tierra más valiosa del mundo es, sin duda, la que se encuentra del otro lado del Muro de los Lamentos, sitio de los dos Templos de Jerusalén destruidos y del futuro, tercero y eterno Templo.
Veamos de qué se trata la historia y propósito del Templo, o Beit Hamikdash.
Una Reseña Histórica
La orden de construir una “casa” para D-os proviene de la lectura bíblica de esta semana, Terumá1: “Que me hagan un santuario y moraré entre ellos”2.
Durante los cuarenta años que los judíos deambulaban en el desierto, rumbo a Tierra Santa, los acompañó el Mishkán o santuario móvil. En cada una de las 42 paradas erigieron el Mishkán y acampaban alrededor suyo. Al llegar a la Tierra Prometida, el santuario provisorio fue sustituido por una serie de estructuras semi permanentes erigidas en Shiló, Nov y Guivón hasta llegar a su forma y sitio final en un terreno en el Monte Moriá, Jerusalén, comprado a Aravna el Ievusita por el Rey David.
Ya que el rey David fue un guerrero quien había derramado mucha sangre, D-os lo descalificó de ser el constructor del Templo, símbolo de Paz, y delegó la tarea a su hijo y sucesor, el Rey Salomón. En el año 833 a. e. c. se inauguró el primer Beit Hamikdash en Jerusalén. Duró 410 años hasta que fue destruido por Nabucodonosor, rey de Babilonia en el año 423 a. e. c. Luego de unos 70 años de exilio, los judíos, encabezados por Ezra y Nejemia retornaron a la Tierra de Israel y construyeron el segundo Templo. Permaneció en pie por 420 años hasta que fue destruido por Tito en el año 69 e. c. Con la destrucción del segundo Templo por los romanos se dio inicio al exilio y dispersión del pueblo judío que perdura hasta el día de hoy, anhelando su final con la construcción del Tercer Templo que se realizará por medio del Mashíaj.
Luego de esta pequeña reseña histórica, hablemos algo del alma del asunto.
Cómo se Hace una Casa para D-os
Cabe preguntarse, ¿cómo, se supone, habría que construirle una casa para un habitante infinito, llamado D-os? ¿Cómo cabría dentro de una estructura limitada, por más grande que sea?
No hubo que adivinar mucho. D-os dijo cuáles serían los materiales a usar y el diseño y las medidas exactos de su santuario. Especificó, también, cuáles serían los “muebles” del mismo.
No dejó nada al azar.
Aun así hay que entender cuál era la idea. ¿Para qué necesita D-os, que es infinito, omnipotente y omnipresente, una “casa” confeccionada de materiales físicos?
Nuestros sabios explican que, del mismo modo que una persona cuando sale a la calle no se comporta de la misma manera que cuando está en su casa, si bien D-os se encuentra en todas partes por igual, no se encuentra de la misma manera dentro y fuera de su “casa”. Fuera de su casa se encuentra acatando las leyes de la naturaleza - que él mismo creó, por cierto - y no se ve su presencia claramente. En su “casa” su presencia es más abierta e informal; se revela de una manera más clara, más supernatural. De hecho, hubo diez milagros que ocurrían diariamente en el Templo de Jerusalén3.
Pero, ¿No sería más apropiado construirle para D-os una “casa” espiritual, sin las limitaciones de espacio y tiempo que rigen en el caso de una casa física?
La respuesta es muy sencilla. Si D-os fuera “grande” necesitaría una casa “grande”, pero siendo que es infinito, no está limitado por “grande” y “chico”. Todo es igualmente (in)significativo. Las cosas Le importan o no importan según el valor que El les da. Puede “sentirse en casa” en una estructura fìsica y limitada siempre y cuando haya sido creado de acuerdo a Su orden.
Un Santuario Personal
Si actuamos de acuerdo a como D-os quiere, logramos que se siente “en casa” con nosotros por más humilde que sea nuestra realidad física. En cambio, un templo grandioso materialmente cuyo contenido no se lleva adelante de acuerdo a Su voluntad será un edificio muy lindo y grande pero vacío de Su presencia revelada.
Lo mismo pasa a nivel personal. Está en nosotros determinar si D-os se sentirá “en casa” o no en nuestra vida, en nuestros pensamientos, palabras y acciones.
De hecho, esa es una de la novedades del judaísmo, que a D-os hay que servirLo no sólo en momentos o lugares especiales, sino en cada momento y en cada lugar; transformar a cada situación “mundana” en algo donde D-os se sentirá “en casa”.
Oro, Plata, Cobre
Hubo tres metales que se utilizaron en la construcción del Santuario: oro, plata y cobre. Nuestros sabios explican que además de referirse a dichos metales literalmente, implica también tres maneras diferentes. Veamos.
Oro: La palabra hebrea por oro es Zahav. Representa también las tres palabras hebreas: Ze Hanoten Barí, el que da [siendo] sano.
Plata: La palabra hebrea por plata es Kesef. Representa también las tres palabras hebreas: Kesheroé Sakaná Podé, cuando ve un peligro, se redime.
Cobre: La palabra hebrea por cobre es Nejóshet. Representa también las palabras hebreas: Netinat Jolé Sheomer ‘Tenú’, la donación del moribundo que dice: ‘Den’.
La idea es que aunque todo lo que uno dé es meritorioso, no se puede comparar el mérito personal del que da por convicción con el que da porque le conviene o en desesperación.
La enseñanza de esto es que no importa únicamente cuánto uno da sino también cómo.
La Donación de las Mujeres
A propósito de esto hay una historia interesante con respecto a la intención de las mujeres de donar sus espejos de cobre pulido.
Cuando Moshé anunció que se necesitaba donaciones para construir el tabernáculo, las mujeres trajeron sus espejos de cobre pulido. Moshé no quiso aceptarlos, diciendo que no era apropiado construir una casa para D-os con elementos de vanidad. D-os intervino y le dijo que los aceptara ya que no eran símbolos de vanidad, sino de sacrificio personal. Si no fuera por esos espejos no habría pueblo judío. Durante los momentos más difíciles de la esclavitud egipcia, las mujeres, utilizaban sus espejos para embellecerse y coquetear con sus esposos, provocando de esta manera la continuidad del pueblo judío.
Moshé los aceptó y confeccionó de ellos la pileta de cuyas aguas los Kohanim purificaban sus manos y sus pies antes de entrar a realizar el servicio en el Tabernáculo.
1. Éxodo, 25:1 - 27:19
2. ibid, 25:8
3. Pirkei Avot, 5:5