17 de Noviembre de 2011
Eretz Israel (N° 40)
¿Existe, acaso, alguna parcela de tierra en el mundo entero por la cual se haya peleado tanto?
De hecho, no sólo se ha peleado por apropiarse de ella y dominarla; se ha peleado - y se sigue peleando - para definir su propia esencia, naturaleza y razón de ser.
¿A qué se debe tanta obsesión?
Quizás la respuesta está en su propio nombre: Eretz Israel. Significa no sólo tierra de los judíos, sino tierra judía. La pelea por la tierra de Israel, entonces, no es sólo una lucha por un territorio, es una lucha por cómo definir la propia esencia del judaísmo, el pueblo judío y el ser judío.
En su relato sobre su encuentro con el Rebe de Lubavitch, que su mérito nos proteja, el Primer Ministro Itzjak Rabin, z”l, contó: “Hablamos sobre el versículo bíblico que habla de la soledad del pueblo judío (Números 23:9); si era por elección propia o como consecuencia de presiones externas…“
He aquí el gran dilema. ¿Debería el pueblo judío aspirar a ser igual a las demás naciones o aspirar a retener su particularidad y unicidad?
La respuesta es: Israel.
¿Cuál es el origen de ese nombre?
Iaakov e Israel
El nombre original de nuestro patriarca Israel fue Iaakov. La raíz etimológica de la palabra Iaakov es Eikev, o talón. Fue denominado Iaakov porque nació agarrándose del talón de su mellizo mayor, Esav. Eventualmente, cuando el ángel protector de Esav lo atacó a Iaakov en una lucha mano a mano y no logró vencerlo, Iaakov accedió a soltarlo únicamente luego de que éste lo bendijera. “No te llamarás más Iaakov, sino Israel,” dijo el ángel de Esav, “porque peleaste con ángeles y con hombres y los venciste”. (Génesis 32:29)
Israel, a diferencia de Iaakov que representa la subyugación, representa el dominio.
¿Dominio de qué?
Dominio en la lucha iniciada por el progenitor del pueblo judío, nuestro patriarca Avraham.
La revolución iniciada por Avraham, heredada por su hijo Isaac y consolidada por su nieto Iaakov/Israel y sus descendientes es la afirmación y la propagación de la fe en el Creador del universo. La concientización del hecho que el mundo no es un accidente cósmico y que la vida de cada hombre no es un mero accidente biológico. Que el mundo y todos sus componentes fueron creados para cumplir con un sólo propósito: manifestar y cumplir con la voluntad Divina. Es un objetivo por el cual hay que luchar. Es una lucha milenaria, iniciada por Avraham contra las amenazas de Nimrod, Avimélej, y el Faraón, seguida por Isaac a pesar de las amenazas de los reyes y vecinos de su época y seguida por Iaakov haciendo frente a las amenazas de su hermano Esav y tío Lavan. A lo largo de la historia, tuvimos que pelear. Egipto, Babilonia, Grecia, Persia, Roma, España, Alemania, Rusia, Irán, y ¿quién no? Una y otra vez la bendición del ángel protector de Esav resuena…”porque peleaste con ángeles y con hombres y los venciste”.
Siempre que el pueblo judío se mantenía fiel a su misión divina, logró sobrevivir a sus enemigos…
¿Para qué una tierra?
Una pregunta que se escucha a menudo es: ¿qué tiene que ver un credo con una tierra? O ¿No es preferible que haya una separación entre “sinagoga” y estado? “La religión es para el cielo,” dicen; “déjanos la tierra para los terrenales…”
Una vez más, la bendición del ángel de Esav reverbera… “Porque peleaste con ángeles y con hombres y venciste…”
El judaísmo no es simplemente una religión. El judaísmo viene a definir la realidad: Tanto lo espiritual como lo físico son nada más que dos dimensiones de una y la misma creación divina. Nada escapa a Su autoridad y nada es impermeable a Su verdad. En la concepción judía D-os es una verdad que permea y abarca a toda la existencia, cielo y tierra, alma y cuerpo, ángeles y hombres. No hay escapatoria. Es una verdad absoluta y todo-abarcadora.
Fue para manifestar esa verdad que D-os le dio una parcela de tierra al pueblo “del cielo”. La consigna fue y sigue siendo: Mostrar cómo se trae el cielo a la tierra y cómo se eleva la tierra hasta el cielo. Conquistar la espiritualidad como también la terrenalidad y subyugar las dos verdades relativas a los dictámenes de la verdad absoluta.
Eretz Israel: una tierra donde lo espiritual y lo material se funden.
Eretz Israel: una tierra donde hasta las frutas y verduras que produce son sagradas.
Eretz Israel: una tierra cuyo latido anima al mundo entero.
Eretz Israel: una tierra cuya alma inspira y eleva a toda la humanidad.
Eretz Israel: una tierra solitaria. Única. Diferente. Divina.
Naturaleza y Milagros
Una vez le preguntaron a un general de la FDI si creía que la victoria en la Guerra de los Seis Días era natural o milagrosa a lo que respondió: en parte era milagrosa y en parte, natural. La parte milagrosa fue que el ejército de Israel pudo repeler a tantos ejércitos enemigos. La parte natural fue que D-os nos ayudó a nosotros….
Eretz Israel: la tierra donde la línea entre lo milagroso y lo natural es borrosa…
Recuerdo bien la situación durante la Guerra del Golfo con todos preocupados por las amenazas de Saddam Hussein. El Rebe, con una inquebrantable voz de apoyo, aseguraba una y otra vez que Israel era el lugar más seguro del planeta. “No había lo que temer,” dijo. “El Guardián de Israel no dormirá ni dormitará.”
En ese entonces, mandé un comunicado de prensa a los medios capitalinos para comunicarles la postura del Rebe. Del diario El País me respondieron que no lo iban a publicar porque “lo que dice su rabino va en contra de lo que dicen todos los expertos”.
“Por eso mismo es noticia,” dije. “Si dijera lo mismo que todos, ¿qué noticia sería?”
A pesar de toda lógica “experta”, como ya sabemos, los hechos reivindicaron la postura del Rebe. En Eretz Israel, el palacio Real, rige otro sistema de leyes.
Está en nosotros hacer reflejar esa realidad “Israelí” en nuestra vida personal y cotidiana en donde sea que la Providencia Divina nos lleva. Esto acelerará el día en el cual mereceremos volver a casa a vivir como Am Israel en Eretz Israel, mostrando el ejemplo de cómo se domina tanto lo espiritual como lo terrenal para canalizarlos hacia el servicio de su Creador.
¡Am Israel Jai!