Uno de los preceptos más importantes en el judaísmo es el de la Mikve o baño ritual. Según la Halajá si los fondos comunitarios no alcanzan para las dos, es preferible que una comunidad no tenga una sinagoga a que no tenga una Mikve.

En el Uruguay, como en muchas comunidades del mundo, hay cada vez más parejas jóvenes que respetan este precepto milenario.

Veamos de qué se trata.

El uso más importante de la Mikve es dentro del contexto de la vida matrimonial. Según la ley bíblica, las relaciones íntimas entre la pareja están prohibidas durante el período de la menstruación. Una vez que termina la menstruación, la mujer cuenta siete días limpios al final de los cuales debe sumergirse en una Mikve para poder resumir el contacto íntimo con su marido.

La Torá no da ninguna explicación para esta ley. Está dentro de la categoría de leyes conocidas como Jukim, o estatutos Divinos que no fueron acompañados por una explicación racional explícita.

Tensión positiva en la pareja

En cuanto a la separación durante el período de la menstruación, encontramos en el Talmud la siguiente explicación:

El Creador del hombre, quien lo conoce íntimamente y sabe cómo funciona, determinó que uno de las amenazas más grandes en el matrimonio es la rutina y el aburrimiento. Al fijar un período cada mes en el cual la relación íntima está prohibida, ayuda a crear una tensión positiva que sirve para fortificar el vínculo entre la pareja.

Todos sabemos que lo prohibido nos seduce más que lo permitido… Dicho mecanismo denominado Taharat Hamishpaja o Pureza Familiar le provee a la pareja el gusto de lo prohibido dentro de lo permitido. El reencuentro mensual les garantiza una luna de miel perpetua.

Cabe señalar que para que realmente funcione debe respetarse el sistema como un mandato Divino. Si uno quiere inventar su propio período de abstención para lograr el mismo objetivo, terminaría creando una tensión negativa en lugar de positiva.

¿Por qué?

Una ley humana, especialmente la confeccionada por uno mismo, es inherentemente «negociable », mientras que una ley Divina no lo es. Si la pareja adhiere al sistema Divino, ambos integrantes saben que no hay opción mientras dure el período de separación. En cambio en un sistema «casero», confeccionado por ellos mismos o por un tercero que no sea D-os, se verán constantemente tentados a hacer excepciones…

Pureza e impureza

La Torá encomienda que al final del período de «impureza» la mujer debe «purificarse» sumergiéndose en un cuerpo de agua que reúne determinadas condiciones.

¿Cómo se explica los términos y conceptos de «pureza» e «impureza» en algo que parece ser nada más que un fenómeno biológico? La implicancia de pureza e impureza en general es muy relativa. Hablar de un vaso de agua pura tiene una implicancia muy diferente a la que tiene el hablar de un sonido puro. Generalmente con la palabra «puro» queremos decir que no le falta nada y no contiene nada extraño, ajeno o demás.

En la Torá encontramos un vínculo estrecho entre la vida y la pureza y entre la muerte y la impureza. D-os es la fuente de vida. El potencial de generar vida es una extensión de esa energía creadora Divina y perder dicho potencial lo transforma a uno en susceptible, vehículo o generador de una energía contraria. El nivel máximo de «impureza» lo genera el cadáver humano, justamente por el máximo potencial de crear vida que perdió. Lo siguen la mujer menstruante al perder su potencial de crear vida y el hombre luego de experimentar un flujo de semen. En cada caso el nivel de «impureza » es conmensurado con el nivel de vida que poseía. Lejos de ser una señal de desprecio, es un reconocimiento del contraste entre su potencial máximo y la pérdida del mismo. Cuanta más luz solar brilla en la calle, tanto más difícil es ver al entrar adentro…

Este ciclo de separación y unión asegura que el vínculo físico entre la pareja tenga lugar cuando ambos están con su potencial de vida pleno.

Aguas naturales

¿Por qué no alcanza para «purificarse» con bañarse en el jacuzzi de lujo que tengo en casa? ¿Qué distingue la Mikve de una piscina común y corriente?

Nuevamente, estamos ante una ley Divina. El mismo D-os que determinó qué es lo que transforma a uno en espiritualmente «impuro», es Quien determinó cómo «purificarse» de esa condición. La Torá delinea dos opciones al respecto: 1) un cuerpo de agua de lluvia; 2) un manantial de agua. Cada una de las dos opciones requiere ciertas condiciones físicas (cuya extensión escapa al espacio de este artículo) que hacen que adquiera y mantenga ese poder purificador, condiciones altamente improbables que se reúnan en una piscina o bañera común y corriente.

No se trata aquí de una consideración de higiene física, ya que la mujer se higieniza profundamente antes de entrar a la Mikve para su purificación espiritual. La funcionalidad - o no - de una Mikve depende de leyes y criterios de otra dimensión.

Es la adhesión a dichas normas «de otra dimensión» lo que ayuda a agregar otra dimensión, la dimensión Divina, al matrimonio, afectando también las condiciones físicas y espirituales de los hijos engendrados.

El agua es la fuente de la vida. Es interesante notar que la masa crítica de agua necesaria para una Mikve es de cuarenta Seá (una medida bíblica equivalente a aproximadamente 331,776 lts.), correspondiendo a los primeros cuarenta días del embarazo durante los cuales el feto adquiere su forma. La inmersión en la Mikve representa, entre otras cosas, una especie de renacimiento personal.

Dicha medida de agua alcanza para permitir que el cuerpo humano se sumerja totalmente. Esto implica que la manera de lograr ser afectado por la energía Divina vital purificadora es por medio del sometimiento total a la voluntad Divina.

Cabe señalar, que en la actualidad, si bien la Mikve se construye respetando las normas bíblicas mencionadas, tiene incorporado también los máximos criterios de higiene, estética y confort físicos, al par de los mejores spas del mundo.

Otros usos

La sumersión en la Mikve es uno de los requisitos imprescindibles en el proceso de Guiur, o conversión al judaísmo.

La Mikve se usa también para purificar utensilios nuevos antes de ser utilizados.

Por más información o para coordinar una visita a la Mikve de Montevideo, sírvase comunicar con Beit Jabad. www.jabad.org.uy