Rabino Eliezer Shemtov

Acompañando la euforia de los actuales triunfos de la Garra Charrúa en el escenario mundial, creo que es apropiado compartir una visión kabalística del mismo.
 
Según las enseñanzas del Baal Shem Tov, de todo lo que uno ve y escucha debe aprender algo en cuanto a cómo cumplir mejor su misión en la vida.
 
Comparto aquí algo de lo que el Rebe de Lubavitch, zi”a, explicó en cuanto al significado espiritual del fútbol y lo que se puede aprender para ser aplicado a la vida cotidiana de cada uno.
 
¿Cómo se juega el fútbol?
La meta es introducir la pelota al arco. Existe un equipo oponente cuyo propósito es tra­tar de no solo impedir que la pelota llegue a su destino sino tratar de meter la pelota en el arco opuesto. El objetivo es esquivarlos y llegar a introducir la pelota en el arco.
La pelota representa al mundo. El objetivo es llevarlo, por medio del cumplimiento de Torá y Mitzvot, al “Arco Real”, el arco del bien. Pero no es tan fácil ya que hay oponentes cuya tarea es impedir que esto suceda. El desafío está en no dejarse desalentar por los obstáculos, entender que presentan oportunidades para expresar el potencial más profundo de uno, esquivarlos y lograr llevarla a su destino.
Un factor muy importante para lograr la victoria es la rapidez del jugador. Aplicado al “partido” personal, nos enseña que la manera de poder superar las dificultades es por medio de la alegría y la confianza. No dejar pasar oportunidades.
El fútbol se juega con los pies. Los pies representan la acción. La inteligencia y las emociones son importantes, pero es por medio de los pies – la acción - que se gana el partido en la cancha.
En realidad, dicho partido se juega en dos can­chas, una a nivel personal y otra a nivel colectivo. En la cancha personal: en cada momento de la vida uno tiene el conflicto entre sus instintos y sus responsabilidades; entre lo que quiere hacer y lo que debería. Muy a menudo los desafíos parecen ser insuperables. Pero una cosa es segura: si D-os le pone un obstáculo en el camino de alguien es porque lo puede superar.
En la cancha colectiva, el partido se juega en dos dimensiones, a nivel histórico como también en la actualidad. A lo largo de la historia, y así también en la actualidad, hubo y hay una lucha entre dos fuerzas. Cada una tira para su lado. Por un lado están los que luchan por fortificar la conciencia de hacer, exponer y motivar el cumplimiento de lo que D-os quiere y por el otro lado están los que fomentan la importancia de hacer lo que uno quiere aún cuando contradice lo que D-os quiere y hasta hay quienes no se conforman con hacer lo que quieren sino que luchan para que otros dejen de cumplir con lo que D-os quiere de ellos.
No alcanza con sólo ser 'hincha'. No podemos ele­gir si queremos jugar o no; al nacer ya estamos en la 'cancha'. Lo único que uno puede elegir es si va a jugar bien o mal y para qué arco va a patear.
De hecho, este concepto fue dicho por Maimónides hace unos ocho siglos: 'Uno debe considerar al mundo perfectamente equilibrado entre el bien y el mal y a si mismo perfectamente equilibrado entre el bien y el mal. Con una sola buena pala­bra, con un solo buen pensamiento o buena ac­ción, puede cambiar el balance personal y –consecuentemente - el del mundo entero para el lado del bien y traer la Redención al mundo.'
El Rebe tomó dicha enseñanza de Maimónides y nos enseñó cómo se pone en práctica y nos hizo ver que el “partido” milenario está por concluirse. Ya terminó el “tiempo reglamentario”. Ya termina­ron los “alargues”. Estamos en los “penales”. Estás frente al arco. El “gol de oro” puede ser el tuyo... No menosprecies el potencial y alcance que tiene esa decisión moral que tenés delante tuyo...