La Cabeza, las Manos y los Pies
En la lectura bíblica de esta semana, Vaietzé1, leemos sobre el período en la vida de Iaacov (Jacob) en el cual construyó su familia y fortuna.
Sus padres le habían aconsejado que se vaya a Jarán a buscar una esposa entre sus primas, ya que no les gustó la forma de ser de las jóvenes de Canaan.
Treinta y seis años después volvió con su familia constituida, cuatro esposas y doce hijos, mas hijas, y una fortuna incalculable como consecuencia de sus años de trabajo como pastor cuidando las ovejas de su tío Laván el “tramposo”.
Hay muchos detalles interesantes en toda esta historia, pero quiero detenerme sólo en algunos para ver qué enseñanzas contienen para nosotros hoy en día.
La lectura abre con el versículo2 “Y Jacob salió de Beer Sheva y fue hacia Jarán.”
Los Maestros jasídicos señalan que Jacob, Beer Sheva y Jarán, además de referirse a un individuo y dos lugares específicos, representan también el viaje de la vida de cada uno de nosotros.
Beer Sheva representa la seguridad y tranquilidad que uno tiene en la casa de sus padres, ya que Beer Sheva fue llamada así por el pacto de paz que su abuelo Avraham había hecho en ese lugar con el rey filisteo, Avimélej y ahí vivían Isaac y Rebeca, sus padres.
Llegó el momento que Jacob tuvo que salir de esa situación cómoda y entrar al mundo a hacer su propia vida en la ciudad de Jarán, denominada así por el hecho que la conducta de sus habitantes provocaba la ira de D-os (Jarón Af shel Makom). Es difícil pensar en un contraste más agudo que el de la luz de Beer Sheva y la oscuridad de Jarán.
Dicho viaje representa la vida de cada uno nosotros. Antes de nacer estamos en “Beer Sheva”, en un mundo de luz espiritual frente al Trono Celestial, y al nacer, entramos en la lucha incesante con el cuerpo y sus instintos y el mundo material que nos rodea.
¿Cómo se hace para cumplir con la misión exitosamente?
La respuesta está en el siguiente versículo3: “Y se topó con el lugar y descansó ahí porque el sol había bajado, agarró de las piedras del lugar y la puso alrededor de su cabeza y se acostó a dormir en ese lugar”.
El comentarista Rashi explica el versículo de la siguiente manera:
“Y se topó con el lugar”: No especifica qué lugar era, ya que se refiere a “el lugar” mencionado en otro lado, o sea el Monte Moriá referente al cual el versículo4 dice que “[Avraham] vio el lugar (refiriéndose al Monte Moriá) desde lejos”.
“Y se topó”: La palabra hebrea Vaifgá (“se topó”) se puede entender también como “rezó”. Aprendemos de aquí que Jacob había instituido el rezo nocturno de Arvit.
“Porque había bajado el sol”: ¿Por qué no dice en orden inverso, “bajó el sol y se acostó a dormir”? Es porque el sol bajó repentinamente para que duerma ahí en ese lugar.
“Y la puso alrededor de su cabeza”: Hizo como una especie de desagüe alrededor de su cabeza por miedo a los animales salvajes. Las piedras empezaron a discutir entre ellas, cada uno diciendo “que el Tzadik ponga su cabeza sobre mí”. Enseguida D-os las transformó en una sola piedra. Por eso dice la puso (en vez de las puso).
“Y se acostó a dormir en ese lugar”: En ese lugar, pero durante los siguientes catorce años que estuvo en la casa de Ever, no se acostó de noche; estaba estudiando Torá.
Seguimos leyendo sobre el sueño que tuvo con la escalera plantada en la tierra y cuya cabeza llegaba al cielo con ángeles subiendo y bajando. Sigue con la bendición que D-os le dio en ese sueño.
¿Qué podemos aprender de esto?
¿Por qué puso Jacob una protección contra los animales únicamente alrededor de su cabeza? Si no confiaba en la protección Divina y recurrió a tomar sus propias medidas naturales, ¿por qué dejó expuesto a su cuerpo?
Siguiendo la idea que la narrativa del viaje de Jacob representa también el nacimiento y el viaje de la vida en general, se puede entender de la siguiente manera:
Estamos compuestos de intelecto, emociones y acciones. La pregunta es: ¿Para qué están? ¿Cuál es el uso óptimo de cada uno de ellos?
El comportamiento de Jacob nos enseña que hay que proteger la cabeza. Hay que involucrar nada más que la parte más superficial, manos y pies, en el trabajo; la cabeza y corazón deben estar dedicados principalmente a lo espiritual. El trabajo es un medio, no el objetivo final de la vida.
Es parte de la vida judía dedicar tiempo diariamente al estudio de Torá. Antes de salir a trabajar y luego de volver uno se nutre de las sagradas palabras de la Tefilá y Torá. La cabeza y el corazón deben estar protegidos del lastre material. La piedra debe proteger a la cabeza; no usar la cabeza simplemente para buscar más y más piedras (aunque sean preciosas).
Este es también el fundamento por la costumbre jasídica de ponerse, antes de realizar una Mitzvá, una cintura, denominado Gártel, a la altura del diafragma que separa entre la parte superior del hombre y la parte inferior. Nos conscientiza del hecho que tenemos una parte que nos asemeja a los animales (lo que esta debajo del diafragma) y una parte que nos distingue de ellos (la parte superior al diafragma, o sea la cabeza y el corazón). La parte inferior debe estar dominado por la parte superior.
Nuestros sabios explican que la razón por la cual el hombre camina erguido y el animal camina en cuatro patas es porque en el hombre hay una diferencia entre la cabeza, el corazón y el resto del cuerpo. En el animal la cabeza, el corazón y la cola están en el mismo nivel. No tienen una jerarquía como la hay en el hombre.
Espiritualidad Burda
Rashí explica que las piedras del lugar “se peleaban entre sí”, cada una de ellas queriendo que Jacob la utilizara para descansar.
¿Es una actitud virtuosa o burda? Si realmente apreciaran la grandeza de Jacob, deberían dejar que descanse cuanto antes, en vez de atrasar su descanso por la pelea de quién será el meritorioso.
Hablando de espiritualidad burda me hace recordar la historia de Moisés que llegó al hospital a visitar a su amigo, David. Cuando pregunta por él en la recepción le dicen que ya le dieron de alta. “¡Caramba!” dijo. “Quise cumplir con la Mitzva de Bikur Jolim (visitar a los enfermos)...”
Hay que asegurar que la cabeza domine al corazón y no vice versa.
1. Génesis, 28:10 - 32:3
2. Génesis, 28:10
3. ibid, 28:11
4. Génesis, 22:4