El Número 100
Llegamos finalmente, con la ayuda de D-os, al artículo No. 100 de esta serie semanal de Preceptos y Conceptos.
Veamos algunas de las cosas que el judaísmo dice sobre el significado del número 100.
100 años
Si bien todo el mundo sabe que el límite bíblico de la edad del hombre es de 120 años, encontramos, no obstante, que los sabios ponen a los cien años como mojón especial. “El que cumple 100 años es como si hubiese muerto y pasado del mundo,” (Avot, 5:22) señalan.
¿Qué quiere decir esta afirmación talmúdica?
He aquí una de las explicaciones. Hay dos desafíos en la vida del hombre: 1) luchar contra el mal; 2) hacer el bien. La gran dificultad en dichas luchas viene a raíz de la distorsión de la realidad que el cuerpo y el alma animal le proporcionan al hombre. La estructura espiritual tanto del alma animal como del alma Divina se compone de diez poderes, tres de ellos intelectuales y siete de ellos emocionales. Cada uno de ellos se compone a su vez de los mismos diez poderes. O sea, en su estructura básica, el alma consiste en 100 poderes. Al cumplir 100 años de vida, es de suponer que el trabajo espiritual personal realizado a lo largo de los años ha logrado que los instintos del cuerpo y del alma animal hayan sido sublimados y ya no tienen (tanta) influencia en el hombre. De ahora en más uno puede dedicarse a hacer el bien y entender las cosas sin la tergiversación, producto de la seducción de lo terrenal.
100, 101
El Talmud (Jaguigá 9b) contrasta el número 100 con el número 101: “No se puede comparar el que repasa sus estudios [de Torá] 100 veces con el que los repasa 101 veces.” O sea, el segundo se considera “alguien que sirve a D-os” mientras que el primero se considera como uno que no Lo está sirviendo.
¿Por qué esa diferencia tan importante como consecuencia de una sola vez de repaso de los estudios?
Antiguamente, cuando el Talmud no estaba escrito todavía, se solía repasar todo lo estudiado cien veces para así retenerlo en la memoria. La gente estaba acostumbrada a repasar todo cien veces y no le implicaba un esfuerzo mayor. Aquel que repasó 101 veces, al ser algo fuera de la costumbre, representaba un esfuerzo mayor que las 100 veces previas. Ese esfuerzo mayor representaba una dedicación y sacrificio por los cuales se lo consideraba que estaba sirviendo a D-os con sus estudios y no meramente cumpliendo con la rutina.
El Zohar trae un ejemplo para explicar este concepto. Antiguamente se alquilaba el uso del burro cobrando un zuz por 5 kilómetros. Si uno quería usarlo para caminar, 5,5 kilómetros se le cobraba 2 zuz. ¿Por qué el doble? Porque siendo que la rutina era caminar 5 kms., sacar al burro de su rutina, aunque sea un poco, representaba un esfuerzo tan importante como los 5 kms. que caminaba por costumbre.
100 Bendiciones
El número cien está presente todos los días en la vida judía. Hay obligación de pronunciar cien bendiciones todos los días.
La historia detrás de esta norma es muy interesante. Durante del reino del Rey David hubo una época en la cual morían 100 hombres diariamente. Los sabios de aquel entonces instituyeron que se pronunciaran 100 bendiciones todos los días y la epidemia cesó. Esta norma se mantiene hasta el día de hoy.
Shofar, Sucá
El número cien está presente apenas comienza el año, en Rosh Hashaná y Sucot. Hay obligación de escuchar 100 sonidos de Shofar cada día de Rosh Hashaná, y la palabra hebrea por el techo de la Sucá, Sejaj, suma 100. Las enseñanzas místicas judías explican el vínculo conceptual que hay entre ambos, más allá de su similitud numérica.
La Letra Kuf
El valor numérico de la letra Kuf es 100.
Como mencionamos en otras ocasiones, las letras hebreas, de las cuales se compone la lengua sagrada por medio de la cual D-os creó al mundo, representan energías Divinas con características específicas. Cada letra hebrea, además de su sonido, expresa algo por medio de su nombre, forma y valor numérico.
Veamos algo de las características de esta letra.
La letra se compone de tres rayas, una horizontal y dos verticales. La línea vertical derecha baja de la línea horizontal y se extiende hasta el punto que delimite la base de casi todas las letras mientras que la línea vertical izquierda es separada de la línea horizontal y se extiende más abajo que el punto “base”.
Las tres líneas representan el pensamiento, el habla y la acción. La horizontal representa el pensamiento y la vertical derecha representa el habla, tal como el habla fluye del pensamiento. La línea vertical izquierda representa la acción, tal como la acción es más separada del pensamiento de lo que es el habla. En la letra Kuf, la extensión del “pie” izquierdo más abajo que la línea “base” de las letras representa la incursión en el espacio inferior, en la zona prohibida. Representa acciones que no están acompañadas de su contraparte espiritual.
De hecho la palabra Kof (escrita con las mismas letras que Kuf) quiere decir “mono”. O sea, representa el comportamiento que superficialmente parece como el humano, pero ignora la característica especial del pensamiento y expresión humana.
Por otro lado, la letra Kuf representa Kedushá, o santidad. Esta aparente contradicción se explica de la siguiente manera:
La santidad se obtiene por medio de combatir la tendencia de descender a una conducta motivada por los impulsos, aunque sea permitida pero libre de metas y contenidos espirituales.
También: es por medio de la canalización de los impulsos e instintos naturales hacia objetivos espirituales, en lugar de simplemente controlar y/o ignorarlos, que uno logra santificarse realmente.
Un buen ejemplo es la leña. En su estado natural es la antítesis de la luz y el calor del fuego. Pero una vez que se logra prender, cuanto más gruesa la leña, tanto más grandes y duraderos el calor y luz irradiados del fuego que produce.
Agradecimiento
Quiero aprovechar la oportunidad para agradecerle a la directora del Semanario Hebreo, Ana Jerozolimski, su confianza en apostar en mi para llevar adelante esta columna semana tras semana. Un agradecimiento especial al joven Michel Cohen, quien me proporcionó la lista original de 100 preguntas sobre el judaísmo que sirvió como base para el desarrollo de los temas. A mi esposa, Roji, e hijos quienes me ayudaron a pulir el material cada semana. A Raquel Benatar y Erikharina Benzo por ayudar con la corrección de los textos. Y por último, gracias a los lectores quienes, con sus comentarios, me dieron la motivación para seguir escribiendo semana tras semana.