26 de Enero de 2012

Conceptos y Preceptos del Judaismo 

 

El Número 50 (N° 50)

¿Qué diferencia hay entre 10, 20, 30, 40, 49 y 50? La pregunta no la hago desde el punto de vista matemático, sino conceptual.
 
Generalmente, la diferencia entre 20 y 30 son 10. Encontramos, no obstante, que el cambio de número puede implicar un cambio de status, un punto de inflexión, una nueva masa crítica.
 
En las enseñanzas talmúdicas y místicas judías encontramos que cada número representa un concepto y una energía diferente. El número uno, por ejemplo, representa la unidad de D-os. Dos representa la dicotomía y pluralidad. Tres representa la unión entre opuestos. Y así con cada número.
 
Veamos, entonces, algunos de los significados del número cincuenta.
 
(7 x 7) + 1
 
El significado del número 50 es 49 + 1. O sea, el número 49 representa 7 x 7 y el número 50 representa un salto hacia un nivel superior.
 
D-os creó al mundo en seis días y descansó el séptimo. De hecho, no es sólo que D-os creó el mundo en seis días, sino que creó seis días, como dice el versículo que citamos en el Kidush cada sábado de día: “Porque (en) seis días D-os hizo….” Cada día expresaba una energía Divina determinada. Al concluirse la semana, se volvió a repetir el ciclo. Es por eso que el domingo se llama Iom Rishón, o primer día, y el lunes se llama Iom Shení, o segundo día, a pesar de que desde la creación del mundo haya trascurrido más de 2.000.000 de días. Es que sólo hay siete energías básicas que se van repitiéndo cada semana.
 
El número 49 ó 72 representa el ciclo completo en su máxima potencia, la combinación de cada una de las siete energías con cada una de las mismas siete. El número 50, entonces, representa el salto al siguiente nivel.
 
Las siete energías son la fuente de las siete emociones del hombre, creado a imagen y semejanza de D-os. El salto del número 50 representa el mundo de la comprensión que trasciende al de las emociones; el mundo de la percepción objetiva racional vs. el de la subjetividad emocional.
 
50 días históricos
 
Este concepto se ve reflejado también en la festividad de Shavuot, el aniversario de la entrega de la Torá. Shavuot está denominada así (“Semanas”), justamente porque conmemora algo que ocurrió al cumplirse siete semanas luego del éxodo de Egipto. Recién después de refinar las emociones humanas en todas sus presentaciones básicas (72), los judíos estaban en condiciones como para recibir la perspectiva Divina de la Torá.
 
He aquí una enseñanza interesante y algo contraintuitiva. Uno pensaría que no habría por qué refinar las emociones para poder entender algo, ya que la comprensión es tarea de la mente y los sentimientos vienen del corazón; dos mundos independientes… La enseñanza aquí es que a menudo uno no entiende algo no por una consideración intelectual, sino por un interés emocional que no permite que esté abierto a lo racional. Para poder llegar a entender las cosas como son, uno tiene que liberarse del instinto humano de ver las cosas como a uno le gustaría que sean…
 
Edad de consejos
 
Nuestros sabios señalan (Pirkei Avot, 5:22) que al cumplir cincuenta años, uno llega a la edad “de los consejos”. Habiendo pasado por la plétora completa de los 49 estados emocionales, uno está en condiciones óptimas como para percibir las cosas desde una perspectiva más objetiva y racional.
 
Me hace recordar de la siguiente anécdota:
 
Jaimito viaja a Nueva York y ve un cartel en la vidriera de un negocio que dice: AQUÍ SE VENDEN CONSEJOS. Entra para ver de qué se trataba. “Tenemos consejos desde U$S1 hasta U$S100,” dijo el hombre que lo atendió.
 
“Bueno, deme uno por U$S1, por favor.”
 
Le dan un sobre cerrado y le dicen que lo debe abrir recién cuando llegue a casa.
 
Al llegar al hotel abre el sobre y encuentra el siguiente consejo: “Cuando lavas las manos, asegúrate de remangar las mangas para no llegar a mojarlas.”
 
“Bueno,” pensó, “es un buen consejo.”
 
Al año viaja de vuelta y nuevamente pasa por el negocio de consejos. Esta vez le gana la curiosidad y pide un consejo por U$S100. Le dan el sobre cerrado con las mismas instrucciones. Al llegar al hotel abre el sobre y encuentra el siguiente consejo: “Si quieres hacer un buen negocio, abre un negocio de consejos…”
 
Hay consejos y hay consejos….
 
La letra “Nun”
 
Cada letra en el alfabeto hebreo tiene un nombre, una forma, un sonido y un valor numérico. El valor numérico de la letra “Nun” es 50. El Talmud dice que si uno sueña con un nombre que contiene la letra Nun, es una señal que experimentó (¿hará?) milagros, ya que la palabra milagro en hebreo, “nes”, empieza con la letra “Nun”. Si sueña con un nombre que contiene dos letras “Nun”, es señal que experimentó “milagros de milagros”.
 
El milagro es una manifestación de la realidad que trasciende lo manifiesto por medio de la naturaleza, representado por el número 7 (x7).
 
Monte Nevó
 
La Torá nos cuenta que Moisés falleció en el Monte Nevó. Explican nuestros sabios que la palabra hebrea Nevó se puede entender como “Nun bo”, o sea “tiene ‘cincuenta’”. Fue a los 120 años, en el momento en el cual Moshé falleció que alcanzó la claridad representada por el número 50.
 
Año Jubileo
 
Mientras existía el Templo de Jerusalem y cuando venga el Mashíaj, cada cincuenta años, luego de completarse siete ciclos de siete años, culminando cada ciclo con el año sabático, se celebraba y se celebrará el año 50 como el año de Iovel, o jubileo. Todos los esclavos salen libres, las deudas se anulan y las tierras vuelven a los propietarios originales. El objetivo de este precepto bíblico es demostrar Quién es el verdadero dueño del mundo y que somos nada más que inquilinos de turno.
 
Un poco de Kabalá
 
La palabra “Nun” en arameo significa pez. Las enseñanzas místicas y jasídicas señalan que así como hay dos tipos de criaturas, terrestres y acuáticas, hay dos tipos de almas. Las almas “terrestres” se perciben como seres independientes, separadas de su fuente, mientras que las almas “acuáticas”, los Tzadikim, se sienten absorbidas y envueltas en su fuente, D-os.
 
Es cuando uno llega al nivel de percepción representada por el Número 50, “Biná”, que logra percibir la realidad por lo que realmente es, una dependencia total y constante de la energía vital Divina que la crea, llena y abarca, como un pez en el mar.
 
Así que cuando llegamos a cumplir 50 años, lejos de jubilarnos, tenemos mucho trabajo para hacer